sábado, 17 de abril de 2010

¿POR QUÉ HAY TAN POCOS POLICÍAS ESPAÑOLES CUMPLIENDO CONDENA POR TORTURAS?

Las cárceles españolas están atestadas de personas condenadas por violencia de género o por delitos de tráfico automovilístico, por ejemplo. Hay alarma social con estos temas. Sin embargo el delito de la tortura y el maltrato policial ni sale en la tele ni es una de los comportamientos reprobables que están haciendo reventar nuestro poco imaginativo sistema penal y penitenciario. Sus consecuencias son terribles y dejan graves secuelas, especialmente psíquicas, en las personas que las padecen. Resulta evidente que si los medios de comunicación dedicaran a estos sucesos una pequeña parte de lo que conceden a otras problemáticas habría consenso social en que se pusieran los medios para evitarlos.

 

No soy partidarios de recurrir a la cárcel como herramienta para resolver los problemas de la sociedad. No pido la cadena perpetua para los policías torturadores, ni el endurecimiento de penas ni nada que se le parezca. Sencillamente no es una solución real que erradique ese comportamiento. Por el momento, y mientras vamos andando el largo camino de construir una sociedad más armónica en la que estas instituciones no sean necesarias y sean gradualmente sustituidas por alternativas mejores, baste que el problema sea conocido y no se niegue desde el estado y desde los medios de comunicación. Baste que la gente pueda saber de primera mano qué ocurre en cárceles y comisarías, concienciarse y reprobarlo. Baste que los policías y carceleros que cometen o amparan maltratos y torturas sean expulsados de sus puestos de trabajo. Eso y que las propias autoridades se vean comprometidas/obligadas a resolver el problema. Acabar con determinadas legislaciones que permiten interrogatorios policiales en aislamiento absoluto durante días y sin presencia de abogados ayudaría mucho. Pero lo que más ayudaría sería que las propias instituciones públicas decidieran acabar con la tortura creando directrices, inspecciones y vigilancia en ese sentido de la función policial. Porque aquí estamos convencidos de que si esas cosas pasan, sobre todo es porque hay un apoyo “implícito” desde arriba y porque hay una complicidad del resto de la sociedad consistente en “mirar hacia otro lado”. Hasta que a una le toca en sus propias carnes, claro.

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